La ciudad de Rosario recibe y atiende en sus hospitales y sanatorios a muchas personas electrodependientes de toda la provincia de Santa Fe.
Las personas con electrodependencia (aquellas que utilizan aparatos conectados a la red eléctrica para poder sobrevivir) poseen un estado de salud muy delicado y crítico en su gran mayoría. Esto los obliga a frecuentar con mayor periodicidad los efectores de salud para realizar estudios pre quirúrgicos, de controles clínicos, resolver enfermedades ocasionales, superar complicaciones de enfermedades recurrentes, ingresar a la UTI y/o realizarse intervenciones quirúrgicas.
Estos procesos de intervenciones en la salud pueden durar días, semanas y hasta meses, ocasionando gastos excesivos (en hospedaje y alimentación) que muchas familias no pueden afrontar, viéndose obligados a dormir en sillas del hospital, en el piso de la estación de colectivos, plazas y saltear comidas o “vivir a mates”.
Esto genera en sus familiares perjuicios de diversa índole, a saber:
Las/os familiares acompañantes culminan el proceso de internación de sus familiares ED, en un completo estado de estrés, que al haber sido sostenido en el tiempo deviene crónico y difícil de superar. Resultando en consecuencia, que al momento de la externación del paciente, los adultos acompañantes terminan devastados y sin fuerzas para seguir cuidando y asistiendo al paciente en el proceso de recuperación hogareña.
Casa EDén está logrando:
Este proyecto se direcciona a cumplir (también en estas circunstancias especiales de vulnerabilidad familiar) con el objetivo estatutario de la Fundación:
“mejorar la calidad de vida de la persona electrodependiente y su familia”
La Casa EDén ofrece a la persona ED y sus familiares:
“Cierro los ojos y revivo el mismo pensamiento que inundaba mi cabeza cada vez que una autoridad o funcionario me preguntaba “dígame… ¿Qué necesita su hijo?”. En ese instante llegaba la respuesta. Lo que mi hijo necesita también lo necesitan los hijos de muchos otros. Hoy esa idea se convirtió en la matriz sagrada, en la estructura para comenzar (y terminar) todas las acciones que emprendemos. Pensando colectivamente y sumando voluntades, multiplicamos los resultados y hacemos del trabajo grupal un verdadero placer”.
“Sentí que tenía que hacer algo, que no me podía quedar de brazos cruzados, que había que estar a la altura de las circunstancias. En contextos de hostilidad el hombre en la evolución sobrevivió gracias a la capacidad de desarrollar lazos cooperativos y solidarios. Si estamos juntos en la dificultad, tenemos más posibilidades de obtener lo que necesitamos, de sentirnos acompañados en el camino y de fortalecer los lazos empáticos que favorecen el devenir de una sociedad más justa e integrada”.