CONDICIÓN ACTUAL: En vigencia, desde marzo 2021
FINANCIAMIENTO: autofinanciado por nuestra Fundación
PRESUPUESTO: $ 20.000 (aprox)
PRESENTACIÓN: se presentó al gobierno nacional
Mejorar la calidad alimentaria de las familias electrodependientes con dificultades económicas, que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza de nuestra Fundación y con inseguridad alimentaria.
Para alimentarse una familia necesita una base de ingresos considerable. Actualmente muchas familias con miembros electrodependientes se encuentran bajo la línea de pobreza, y en estado de indigencia.
Además de la precariedad laboral, la dificultad de conseguir trabajo, (dado el contexto social que estamos inmersos), un gran porcentaje de nuestras familias tenemos el mayor inconveniente de no contar con asistentes domiciliarios, y/o personal de enfermería que nos ayude a cuidar a nuestros familiares electrodependientes. Esto impide por ejemplo, a ambos padres sostener una actividad laboral, ya que siempre algún miembro debe dedicarse al cuidado del paciente las 24hs. Otras familias son monoparentales, esto es mamás solas que afrontan toda la responsabilidad del cuidado doméstico y siendo las únicas proveedoras de la casa.
Hoy las familias miembros de nuestra fundación se encuentran en su mayoría con inseguridad alimentaria.
El derecho a la alimentación es un derecho humano, reconocido por la legislación internacional, que protege el derecho de todos los seres humanos a alimentarse con dignidad.
Nuestra Fundación, conciente de la necesidades económicas de gran parte de nuestra población, proyecta esta iniciativa con el propósito de “Acompañar”, a las familias con una ayuda alimentaria, para paliar su gravedad situacional.
El derecho a la alimentación fue reconocido en 1948, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Artículo 25), y consagrado en 1966 en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Art. 11).
La Ley 26.378, en su artículo 28, en el aparatado “Nivel de vida adecuado y protección social”, expresa textualmente:
“Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a un nivel de vida adecuado para ellas y sus familias, lo cual incluye alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a la mejora continua de sus condiciones de vida, y adoptarán las medidas pertinentes para salvaguardar y promover el ejercicio de este derecho sin discriminación por motivos de discapacidad.”
El derecho a la alimentación requiere que los Estados garanticen por consiguiente, políticas y redes de seguridad social que permitan a los ciudadanos poder realizar su derecho a una alimentación adecuada.
Para comprar alimentos, una persona necesita una base de ingresos adecuada: el derecho a la alimentación requiere que los Estados garanticen, por consiguiente, políticas salariales y redes de seguridad social que permitan a los ciudadanos poder realizar su derecho a una alimentación adecuada.
Tal y como reconoció el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Comité de DESC) en su Comentario General 12:
“El derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre, mujer o niño, ya sea solo o en común con otros, tiene acceso físico y económico , en todo momento, a una alimentación adecuada o a medios para obtenerla.”
En el año 2000, la Comisión de Derechos Humanos estableció por resolución 2000/10 de 17 de abril de 2000 el mandato del Relator Especial sobre el derecho a la alimentación.
“Cierro los ojos y revivo el mismo pensamiento que inundaba mi cabeza cada vez que una autoridad o funcionario me preguntaba “dígame… ¿Qué necesita su hijo?”. En ese instante llegaba la respuesta. Lo que mi hijo necesita también lo necesitan los hijos de muchos otros. Hoy esa idea se convirtió en la matriz sagrada, en la estructura para comenzar (y terminar) todas las acciones que emprendemos. Pensando colectivamente y sumando voluntades, multiplicamos los resultados y hacemos del trabajo grupal un verdadero placer”.
“Sentí que tenía que hacer algo, que no me podía quedar de brazos cruzados, que había que estar a la altura de las circunstancias. En contextos de hostilidad el hombre en la evolución sobrevivió gracias a la capacidad de desarrollar lazos cooperativos y solidarios. Si estamos juntos en la dificultad, tenemos más posibilidades de obtener lo que necesitamos, de sentirnos acompañados en el camino y de fortalecer los lazos empáticos que favorecen el devenir de una sociedad más justa e integrada”.